El ciervo es un animal esbelto, robusto, bien conformado y de porte majestuoso y altivo. Su corpulencia puede variar de modo considerable, siendo la hembra bastante más pequeña que el macho, también por el color del manto. Es muy tímido y miedoso, y no muy astuto ni inteligente. El ciervo que conocemos nosotros es una especie muy antigua, de modo que se estima que hace unos 400.000 años tanto el ciervo como su cornamenta comenzaron a configurarse con sus actuales características, aun cuando en los años posteriores evolucionó la forma de la cuerna hasta hacerse más compleja en la corona de puntas que caracteriza a los machos adultos. El ciervo es más activo durante el amanecer y atardecer, siendo su periodo de menos actividad el centro del día. Es una especie marcadamente errática, de forma que raramente pasa más de un día en un mismo lugar, sin molestarse nunca en preparar un lugar donde estar. El macho suele vivir en solitario, mientras que las hembras, junto con los ejemplares más jóvenes, se organizan en rebaños que pueden ir desde 3 o 4 ejemplares, normalmente dirigidos por una hembra experimentada, que coordina el rebaño manteniendo una rígida jerarquía en la que participan tan solo las hembras más adultas. Este rebaño posee un territorio de verano y otro de invierno y ambos son defendidos.
SU DESPLAZAMIENTO
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